La inteligencia emocional en la educación es un factor que beneficia el rendimiento académico. Enseñar a los jóvenes habilidades como la escucha activa, la autoconciencia y la empatía puede prepararlos para tener éxito tanto académico como social.
La inteligencia emocional está relacionada con la empatía, la autoconciencia, la automotivación, las habilidades sociales y el control emocional. A la hora de desarrollar una buena comunicación con los demás, la inteligencia emocional es clave. Ayuda  a conseguir un mejor aprendizaje, fomentar amistades sanas, lograr buenos resultados académicos y en el empleo. Desarrollar estas habilidades durante los años de formación escolar, proporcionará una buena base en la vida de los más jóvenes.

Salovey y Mayer pioneros en la definición de la inteligencia emocional

Peter Salovey, profesor y rector de la Universidad de Yale y Jhon Mayer profesor de la Universidad de NewHamsphire, son los creadores originales del término inteligencia emocional que más se hizo mundialmente conocido por el libro de Daniel Goleman.
Dentro del ámbito de la inteligencia emocional, el grupo de investigación de Salovey & Mayer ha realizado,  el mayor esfuerzo en desarrollar un punto de vista científico del concepto sobre Inteligencia Emocional.
Estos dos autores definen las personas emocionalmente inteligentes como aquellas capaces de percibir (en uno mismo y en los demás) y expresar las emociones de forma apropiada, la capacidad de esta información emocional para facilitar el pensamiento, de comprender y razonar sobre las emociones y de regular las emociones en uno mismo y en los demás.

¿Por qué la inteligencia emocional es importante para el éxito en la educación?

Hay tres razones por las que la inteligencia emocional se relaciona con un mayor rendimiento académico.
Primero, la inteligencia emocional ayuda a los estudiantes a gestionar las emociones en el entorno académico. Los estudiantes pueden sentirse ansiosos por los exámenes, decepcionados por los malos resultados, también pueden sentirse frustrados cuando se esfuerzan mucho pero no pueden lograr lo que quieren o aburrirse cuando el tema no es interesante. Ser capaz de regular estas emociones para que no interfieran con el aprendizaje ayuda a los estudiantes a tener éxito.
En segundo lugar, la inteligencia emocional puede ayudar a los jóvenes a mantener buenas relaciones con los maestros, los estudiantes y la familia. Significa que pueden recurrir a amigos y profesores para que los ayuden cuando tienen dificultades y obtener así apoyo emocional.
En tercer lugar, las materias de humanidades (como literatura o historia) requieren cierto nivel de conocimiento emocional y social. Por ejemplo, los temas universales y la literatura, implican comprender las motivaciones y emociones humanas. Como dice Jung el inconsciente colectivo.

Inteligencia emocional en la educación y reevaluación positiva

Los estudiantes emocionalmente inteligentes poseen un conocimiento mayor de las emociones y emplean procesos para regularlas de una forma más efectiva. Por ejemplo, mirar el lado positivo de las situaciones (reevaluación positiva), es un proceso vinculado a la obtención de mejores resultados. El optimismo facilita que la persona vea oportunidades en lugar de ver problemas, los problemas están para superarlos, no para instalarnos en ellos.
Estos alumnos prestan atención a la hora de elegir estrategias que sean más apropiadas o efectivas para la situación en la que se encuentran. Es decir, pueden ser más sensibles a los detalles clave de la situación y, por lo tanto, ser más flexibles en sus respuestas. Sabemos que la actitud  positiva está ligada al bienestar personal en situaciones de incertidumbre , donde lo que se puede hacer es reorganizar la mente y emociones, preguntándose que está en mi mano hacer en este instante. Aprender a manejar el presente es otra habilidad de la inteligencia emocional. Las personas emocionalmente inteligentes son más sensibles a percibir si una situación está bajo su control o no y eligen sus estrategias en consecuencia.

Inteligencia emocional en el sistema educativo y escucha activa

La escucha no puede ser activa si no respeto o tengo claro mis intereses.
La escucha no puede ser activa si no tengo la capacidad de empatizar.
En el aula la escucha será activa cuando se escucha para aprender, ahí se da la posibilidad de preguntar al profesor,  de trabajar en grupo y de aprender en grupo.
También y en la mayoría de los casos se escucha para memorizar, para acumular información, para recibir pautas. En el aula, el profesor es la clave para poder desarrollar la habilidad de escuchar de forma activa, pues es una parte importante para ayudar a crear una comunicación bidireccional auténtica. Va más allá de simplemente oír. Implica seguir de forma activa el diálogo y responder a los demás utilizando su propio lenguaje corporal, y luego poder demostrar que lo ha entendido resumiendo con palabras los mensajes clave que se han recibido.
En el aula, sin empatía no se puede dar la escucha activa.  Todos sabemos distinguir a aquel profesor que se ocupaba de un modo profundo de nuestro aprendizaje y que iba más allá y que lograba que la asignatura nos entusiasmara. Un profesor emocionalmente inteligente es capaz de dar vida a su asignatura y lograr despertar la motivación en los alumnos. Cuando un alumno está motivado la escucha activa está presente.

Vocabulario de emociones en la educación de los jóvenes

Las habilidades interpersonales pueden mejorarse ayudando a los estudiantes a aumentar su vocabulario emocional. Motivar a los jóvenes a comprender la diferencia por ejemplo entre «molesto», «triste» y «decepcionado» ayuda a desarrollar las estrategias apropiadas para cada emoción. Cada palabra de emoción aprendida es una nueva herramienta para la inteligencia emocional. Es muy importante que el alumno aprenda a distinguir el modo en cómo piensa, cómo siente, cómo comunica, y cómo actúa, es decir, a desarrollar la primera competencia de la inteligencia emocional: la Conciencia Emocional.

La importancia de la autoconciencia en los más jóvenes 

Cuando tenemos poca conciencia de nosotros mismos, corremos el riesgo de no darnos cuenta de cómo nos encontramos con los demás. Podemos dejar que una imagen equivocada de nosotros mismos sesgue nuestro comportamiento y nuestras interacciones sociales y emocionales.
En un estudio realizado sobre inteligencia emocional, los investigadores preguntaron a los estudiantes cómo pensaban que les fue en una prueba. Luego compararon sus percepciones con los resultados reales y descubrieron que los estudiantes más competentes tendían a subestimar su capacidad, mientras que los estudiantes menos competentes tendían a sobreestimar la suya en relación con la de los otros. Esto está relacionado con el sesgo cognitivo de la superioridad ilusoria y se conoce como el efecto Dunning-Kruger y es uno de los sesgos de pensamiento más comunes en la educación.

Inteligencia emocional en la educación y valores humanos

Dentro del ámbito educativo, otra de las estrategias para ayudar a los estudiantes a mejorar su autoconciencia incluye enseñarle valores como la humildad, este valor les ayudará a poner los pies en la tierra y a conectarse con lo que realmente son capaces de hacer, de ser. El autoconocimiento, preguntas como qué es lo verdaderamente importante para mí en este momento, qué es aquello que me gusta hacer, qué se me da bien hacer, para qué valgo, preguntas que tanto, alumnos, profesores y padres pueden facilitar un camino de autenticidad, desde la humildad, la sencillez y no favorecer a crearles una idea falsa de éxito, de ego que les somete a presión a la mayoría de los alumnos, logrando con esto un porcentaje alto de fracaso escolar.

Inteligencia emocional en la educación y empatía 

La empatía y el afecto son uno, es decir, me importas, no estás sólo,  es la capacidad de acoger desde el cariño a la otra persona sin juzgar, reconociendo las emociones que están sintiendo y siendo capaz de transmitirles nuestro apoyo. La lectura es una excelente manera de trabajar esta habilidad y el educador social juega aquí un papel fundamental para promover la expresión emocional.
Los niños generalmente desarrollan empatía al observar cómo los demás la muestran, lo que incluye ver a los maestros y a los estudiantes empatizar entre sí. El uso de frases como “me importa / lo comprendo, entiendo / me doy cuenta / puedo ver» puede ayudar a mostrar a los estudiantes cómo se puede expresar la comprensión desde otra perspectiva.

Autorregulación en la educación emocional

Ayudar a los estudiantes a mejorar su regulación emocional, (la capacidad de manejar pensamientos y sentimientos) es una de las formas más efectivas y eficientes de apoyarles. Esto cobra todavía más importancia en las escuelas secundarias, donde la brecha entre el control de los impulsos y la búsqueda de sensaciones es más amplia durante los primeros años de la adolescencia.
Hay que recordar a los estudiantes que las habilidades de manejo emocional no son innatas, sino que pueden desarrollarse y requiere esfuerzo y paciencia tanto del alumno como del maestro.

En Intelema ayudamos a los adolescentes a desarrollar su inteligencia emocional y competencias sociales para que puedan elegir conscientemente su futuro profesional con el apoyo de sus padres. Así como a conectar con su potencial, descubrir valores y capacidades esenciales. Ponte en contacto con nosotros para ofrecerte más información de cómo podemos ayudarles a entrenar este tipo de inteligencia.