Como suele explicar Carmen Sánchez, CEO de Intelema, al hilo de las reivindicaciones feministas que alcanzaron su cúspide el pasado 8 de marzo, desde una perspectiva de la inteligencia emocional se podría decir que la mujer ha desarrollado mucho más ese potencial que el hombre a lo largo de la historia. El hombre , el macho, se ha centrado históricamente en el uso de la fuerza física lo que le ha permitido, en su papel de proveedor, alcanzar grandes hitos personales y sociales. La mujer, por su parte, se ha centrado más en su papel reproductor y cuidador, lo que le hizo necesitar y desarrollar mucho antes la inteligencia emocional, una cualidad que aún hoy sigue explotando y aprovechando mucho mejor.

Sin embargo, para Sánchez, esta relación de fuerzas está en peligro hoy en día por el hecho de que muchas mujeres estén dejando de usar la inteligencia emocional al querer ser «igual o más» que el hombre en su búsqueda de igualdad. «Si la mujer usara la inteligencia emocional sería comprensiva y tolerante con el hombre. El hombre necesita de unas cuantas décadas para desarrollar su inteligencia emocional, pero se está corriendo el riesgo de potenciar una lucha de poder entre hombres y mujeres», reflexiona la experta.

«Si la mujer usara la inteligencia emocional sería comprensiva y tolerante con el hombre»

Para la fundadora de Intelema, el uso de la inteligencia emocional deber servir «para calmar, para pacificar, para crear juntos, no para acusar, para juzgar o para victimizar». En ese sentido, sostiene que las mujeres deben usar la ventaja que les ofrece el tener un coeficiente emocional más desarrollado para instalarse en un camino que fomente la construcción conjunta: «Cuando no construimos juntos no estamos usando la inteligencia emocional, estamos usando el impulso emocional y la mente irracional. Firmeza si, agresividad no. Afecto y amabilidad sí, rechazo no».

Inteligencia emocional y dirección de RRHH

Uno de los campos en los que las mujeres pueden hacer valer su mayor coeficiente emocional es en el de la dirección de Recursos Humanos (RRHH), un sector en el que según Carmen Sánchez el tener una inteligencia emocional elevada «tendría que ser un requisito imprescindible». Al respecto, recuerda que es «sencillo» encontrar perfiles con los conocimientos técnicos adecuados para estos puestos, pero no con el coeficiente emocional suficiente para ejercer las responsabilidades que conlleva en toda su extensión.

«Los departamentos de RRHH han sido gestionados principalmente durante muchos años por abogados y economistas, ya que se le daba mucho protagonismo a la contratación, a los despidos, a las nóminas, a los incentivos, a todo lo que tiene que ver con una perspectiva legal y económica», reflexiona la experta. Hoy, afortunadamente y sin embargo, se ha dado un giro a este paradigma y el capital humano, las personas, se están poniendo en el centro de muchas políticas empresariales. En ese sentido, para Sánchez, no se trata de prescindir de abogados y economistas, sino de crear departamentos de RRHH con varios perfiles distintos y complementarios que garanticen la atención de todas las funciones necesarias para un buen funcionamiento organizacional. También, y fundamentalmente, la humana.

Sostiene la CEO de Intelema que hoy en día el desafío en una organización pasa por lograr que las personas «estén felices en sus puestos», un desafío que precisa de la inteligencia emocional para saber comprender al ser humano y saber conectar con las verdaderas motivaciones de cada individuo.

«Por naturaleza, el ser humano tiende a la comodidad, a dejarse llevar, a la monotonía. Una vez instalado en estos estados emocionales suele quejarse y pedir, pedir, pedir. Hace falta inteligencia emocional para no caer en esta trampa victimista y darle lo que necesita, una relación paternalista, nociva y tóxica que se ve en muchas empresas y que lleva a un callejón sin salida. Se requiere otra forma de conseguir el bienestar y la felicidad del individuo y eso pasa porque cada individuo se implique de forma activa en su propio desarrollo y tome conciencia de lo que es capaz de ser y hasta donde quiere o es capaz de llegar. Este sistema de desarrollo humano beneficia tanto al individuo como al  departamento u organización. Todos ganan», concluye.

«Hoy en día el desafío en una organización pasa por lograr que las personas estén felices en sus puestos, un desafío que precisa de la inteligencia emocional para saber comprender al ser humano y saber conectar con las verdaderas motivaciones de cada individuo»