La felicidad es contagiosa. En un espacio de trabajo se propaga como la pólvora. Como escribía nuestra CEO, Carmen Sánchez, en un artículo reciente publicado en Mujer Hoy, “estar rodeado de gente positiva en el trabajo supone estar en un clima de generosidad, de confianza, de innovación y de trabajo en equipo. Cada persona pone lo que es en cada momento, y se entrega a lo que se le pide o a lo que es capaz de aportar, mientras que los errores sirven para mejorar, no para criticar”.

Y la felicidad, además de contagiosa, se puede construir. Uno puede aprender a ser feliz, a superar situaciones desagradables sin renunciar a dar lo mejor de sí mismo. Incluso en trabajos rutinarios, al contrario de lo que se suele pensar, uno puede ser feliz. Solo se trata de que cada persona encuentre su motivo, su motivación, su sentido, que recuerde por qué realiza ese trabajo rutinario. Los motivos pueden ser muchos, desde pagar una hipoteca a poder irse de vacaciones a la otra punta del mundo en verano. Da igual. Lo importante es encontrar un motivo que haga de la rutina laboral algo más llevadero que se pueda afrontar con optimismo y alegría.

«Estar rodeado de gente positiva en el trabajo supone estar en un clima de generosidad, de confianza, de innovación y de trabajo en equipo»

Cinco claves para crear felicidad en el ambiente laboral

Aunque como suele explicar Carmen Sánchez, hay que tener presente que “la felicidad está muy vinculada a lo que somos capaces de ser y de hacer, dado que solemos sentirnos felices cuando nos sentimos capaces, sea cual sea el contexto en el que sintamos esa emoción”; lo cierto es que desde las empresas también se pueden tomar medidas para mejorar el ambiente laboral y potenciar la felicidad de los empleados. Al fin y al cabo, la felicidad es el mayor índice de seguridad y salud en el trabajo. Un trabajador feliz está concentrado, es más difícil que cometa errores que puedan comprometer su seguridad y reduce su ratio de absentismo laboral a cero.

Compartimos con vosotros cinco tips para mejorar el clima laboral y, con ello, fomentar la felicidad:

Liderazgo: Un buen líder es capaz de empatizar, estimular, e influir en todo su equipo, de potenciar lo mejor de cada uno de los miembros que lo conforman. Y es capaz de ello porque un buen líder consigue que todos crean en él, porque un buen líder es capaz de crear proyectos donde caben muchos. Y eso, que tus trabajadores crean en ti, te sigan, estén motivados y den lo mejor de sí es una garantía de un buen ambiente de trabajo. Y de felicidad.

Autonomía: Dar autonomía a los empleados, otorgarles tu confianza para asumir responsabilidades propias consigue que éstos aumenten su motivación y su felicidad al sentir que son importantes, que sus opiniones tienen relevancia, que no caen en un saco roto. Un trabajador autónomo y con confianza es un trabajador feliz.

«Un trabajador feliz está concentrado, es más difícil que cometa errores que puedan comprometer su seguridad y reduce su ratio de absentismo laboral a cero»

Conciliación: Muy ligada en parte a la anterior, porque la conciliación es una cuestión de confianza, de cambiar presencia física por objetivos. Un empleado con horarios flexibles, que puede conciliar un trabajo en el que se siente valorado con su vida personal y familiar, es un empleado feliz que aumentará su rendimiento y su productividad, como demuestran los datos de muchas empresas que han apostado por medidas de conciliación.

Cooperación: Un buen líder, decíamos antes, es capaz de sacar lo mejor de cada uno de sus trabajadores. Y, además, de hacerlo sin que ello suponga una carrera entre ellos por ver quién obtiene más méritos. Un buen líder es capaz de conseguir que todos remen en la misma dirección, con el mismo objetivo, y que lo hagan cooperando y desde el respeto, no compitiendo y desde el enfrentamiento.

Empatía: Un empleado que siente que su superior empatiza con él, que tiene en cuenta y entiende las situaciones personales concretas por las que está pasando, es un empleado que va a trabajar cada día con confianza, sintiéndose comprendido. ¿Y hay mayor felicidad que la que produce el hecho de no sentirse incomprendido?