Cada vez es más habitual que en las empresas confluyan empleados y directivos de distintas edades y generaciones. Y la convivencia no siempre es fácil, sobre todo en algunos sectores, porque se mezclan diferentes visiones, diferentes formas de ser y de actuar y diferentes niveles de conocimiento. Hace no tanto, en los puestos de trabajo propios de la industria, se podía dar por válido un axioma: las personas de más edad tienen un saben hacer acumulado, una experiencia de la que carecen los nuevos empleados. Hoy, sin embargo, ese axioma se ha resquebrajado en muchos puestos de trabajo y los nuevos empleados, aun sin experiencia, llegan al puesto con un conocimiento mayor y más actualizado que el de los veteranos.

“La convivencia es compleja. Depende de sobre qué actividad estemos hablando, en la actualidad habrá muchos jóvenes que sepan mucho más que las personas mayores, que a veces no están dispuestas a actualizarse, lo que es un problema dentro de las organizaciones. Pero también habrá puestos de trabajo en el que la experiencia de las personas mayores pueda servir para enseñar a las nuevas generaciones. Lo que sucede es que hay muchas personas que saben hacer y no saben enseñar, de forma que el líder de la organización (si la empresa es pequeña) o el departamento de recursos humanos (si es una organización de mayor tamaño) ha de saber distinguir el tipo de persona y las capacidades que tiene cada individuo de una organización. Al final si la persona de más edad está dispuesta y sabe enseñar y el más joven está dispuesto y es capaz de aprender, todo será fácil”, afirma Carmen Sánchez, CEO de Intelema.

Un líder con valores humanos

Para Sánchez, el mercado laboral se encuentra en un momento de “cambio constante” debido a la aplicación cada vez mayor de la tecnología. Y en su opinión, en todos esos cambios y actividades que tienen que ver con la tecnología, es muy posible que los jóvenes lleven la voz cantante, por lo que tanto líder como el departamento de recursos humanos “han de tener previstos y planificados estos cambios, así como crear protocolos de actuación lo más íntegros posibles, teniendo en cuenta y equilibrando las aptitudes con las actitudes, la capacidad con la motivación, lo razonable y lo emocional”.

«Si la persona de más edad está dispuesta y sabe enseñar y el más joven está dispuesto y es capaz de aprender, todo será fácil»

Debido a estos constantes cambios y la confluencia de múltiples generaciones en los equipos de trabajo, para la CEO de Intelema un buen líder capaz de saltar la brecha de edad “debe tener unos valores humanos importantes, como generosidad, bondad, firmeza”. Para Carmen Sánchez es importante que el líder de la empresa tenga “muy claro” hacia dónde quiere ir, qué quiere lograr y el precio que está dispuesto a pagar por ello, encontrando en la medida de lo posible “el equilibrio entre la rentabilidad y la generosidad”.

Dentro de esos valores humanos, Sánchez también destaca la capacidad de comunicar y de escuchar activamente, de generar un entorno de trabajo agradable, de implicar e implicarse él mismo en los objetivos y valores de la empresa, y de empoderar a los empleados y dejarles espacio para su desarrollo personal y profesional, promoviendo de esa forma la automotivación y la autorresponsabilidad.